Prólogo

Empieza el año 2017 y todos nos hacemos propósitos de año nuevo, es lo típico y no voy a ser menos. Entre muchos otros, uno de esos propósitos que me hago es realizar un proyecto fotográfico por placer, nada de encargos, algo que me haga salir de esa famosa zona de confort de la que tanto oímos hablar.

 

A modo de experimento, quiero ver si se pueden fotografiar los pensamientos, los sentimientos, las emociones de las personas, pero no quiero influir de manera deliberada en las personas que vayan a pasar por delante de mi cámara, no quiero someterlos a situaciones controladas...

 

Dándole vueltas a cómo materializar esa idea, pienso que deberíamos mirar directamente a los ojos más a menudo, rehuimos la mirada sin darnos cuenta cuando hablamos con personas cercanas, ya ni qué decir con desconocidos.

 

¿Qué se pasará por la cabeza cuando lo único que tienes que hacer es mirar a los ojos fíjamente? ¿Se pueden captar con una fotografía esos pensamientos?

 

5 minutos mirando a los ojos, 5 minutos en los que puede pasar todo o nada, 5 minutos con personas conocidas y desconocidas, 5 minutos en los que piensas en miles de cosas y en ninguna a la vez, 5 minutos de emociones...

 

2 fotografías, 5 minutos entre una y otra